01 marzo 2010
ZP, ERC y la Iglesia
El abad de Monserrat
Provinciano politiquillo separatista metido a cura.
La iglesia ha sido uno de los vínculos que sirvieron para unificar a España entera desde que los Reyes Católicos reinaron en el siglo XV, pero ahora la Iglesia –una parte de ella– está sirviendo para separarnos. El conflicto aparece cuando los curas y los obispos adoptan la identidad de la región que representan y con ella asumen los intereses de un sector de la feligresía. En el País Vasco en particular, la iglesia ha apoyado la causa separatista desde los principios, y en Cataluña, por ejemplo, era la iglesia la que enseñaba Catalán bajo la prohibición de Franco. Mientras la iglesia unificaba al país, ahora también demarca las líneas de separación.
La Iglesia de Cataluña, al igual que la Iglesia de las provincias vascongadas, está contaminada de nacionalismo hasta el punto de haber corrompido premisas cristianas de obligado cumplimiento para los creyentes y de inexcusable observancia por el clero. Para estos apócrifos curas, el “No matarás” es venial si se hace por una causa tan justa como su nacionalismo. En esto se parecen a los terroristas islámicos, aunque su fundamentalismo no es religioso sino nacionalista, lo cual lo hace todavía más inexplicable, si cabe.
Estos separatistas, de profesión sacerdotes, son capaces de codearse con asesinos etarras de ideología atea y marxista o aguantar con una beatífica sonrisa el patético anticristianismo de ERC, sin darse cuenta que tanto unos como otros los admitirán en su banda mientras sirvan para sus fines.
Y no satisfechos con usar los púlpitos para predicar el egoísmo separatista, insolidario con el resto de los pueblos de España y que incluye leyes contrarias a la moral católica cuya defensa les atañe, o defender un Estatut que abre la puerta a la eutanasia y a la manipulación genética, pretenden que el resto de la Iglesia española silencie su voz no sea que los católicos se pongan a pensar o perciban la realidad.
Así, se dedican a atacar a la COPE, una de las pocas emisoras que defiende postulados cristianos. El abad de Monserrat –desde siempre nido del nacionalismo catalán más furibundo– Josep María Soler Canals, ha hecho gestiones en el Vaticano «“para ver cómo puede presionar para que la cadena COPE cambie su línea editorial”». Y no sólo quiere silenciar a la COPE, sino que el abad de Monserrat ha afirmado que está a favor de la creación de una «“región eclesiástica catalana”» donde el clero catalanista pueda mangonear a su antojo.
Pero, como era lógico, no ha encontrado apoyo dentro de la Conferencia Episcopal. Para el abad de Montserrat la discordancia entre obispos sobre la Cadena COPE deriva, principalmente, de que no todos los miembros de la Conferencia Episcopal «"tienen el mismo concepto de nación"».
Sin embargo, el susodicho abad, a pesar de renegar de lo español, no ha vacilado en poner la mano para recibir de Caja Madrid una importante colección de arte y de arqueología que pasa a enriquecer la sección de Oriente Bíblico del Museo de Montserrat. Este inestimable tesoro cultural que pertenecía a la desaparecida Banca Jover consta de 103 piezas de arqueología, 48 de las cuales se insertan en las culturas del contorno Bíblico. De estas obras cabe destacar algunas figuras de cerámica mesopotámicas, que se pueden datar hacia el 2000 a. C., y cuatro figuras de bronce hititas.
Nada ejemplar el núcleo eclesiástico más representativo del nacionalismo catalán. Quieren una Iglesia catalana pero los cimientos están corrompidos. Los dos últimos abades del monasterio de Montserrat, Cassià Just y Sebastià Bardolet, fueron obligados a dimitir por los superiores de la orden en Roma por la controversia surgida tras supuestos comportamientos autoritarios y conductas homosexuales por parte de una minoría de monjes, según publicó el diario El País y puede leerse en esta página gay.
http://www.gaybarcelona.net/actualidad/112000/montserrat.htm
Efectivamente, el monasterio se ha visto salpicado por las denuncias sobre la existencia de un lobby rosa en la comunidad monástica que, en los últimos tiempos, habría accedido a puestos de poder.
Todo el mundo admite que en Montserrat hay monjes homosexuales. «Desde hace muchos años, Montserrat decidió aplicar el criterio evangélico de admitir a cualquier novicio que tenga vocación, independientemente de sus inclinaciones sexuales, siempre que se comprometa, al igual que los heterosexuales, a vivir la castidad propia de su estado», explica un fraile de Barcelona. Ya el abad Escarré le decía a un novicio: «Hijo, ¿qué más te da combatir tus instintos por un lado que por otro?» (por delante o por detrás).
http://www.el-mundo.es/cronica/2001/CR278/CR278-04.html
Si la Iglesia autorizase el matrimonio de los clérigos y dado que el matrimonio entre homosexuales es legal, Monserrat dejaría de salir en los telediarios por cuestiones políticas y al abad lo veríamos en “Salsa Rosa”. Sería lo mejor para España.
Pero en Cataluña hay otra Iglesia, la de siempre, la que merece nuestro respeto y la que amamos, la que no se destaca por sus actitudes políticas sino cristianas y defiende, junto con la COPE, a la familia y la enseñanza de la religión en las escuelas y es contraria al aborto y a todo lo que está imponiendo la izquierda radical que nos gobierna.
En esa otra y auténtica Iglesia confiamos. Los demás, los separatistas metidos a curas, que sigan disfrutando de las ventajas de recibir por un lado o por el otro, de recibir prebendas tanto de Barcelona como de Madrid.
Provinciano politiquillo separatista metido a cura.
La iglesia ha sido uno de los vínculos que sirvieron para unificar a España entera desde que los Reyes Católicos reinaron en el siglo XV, pero ahora la Iglesia –una parte de ella– está sirviendo para separarnos. El conflicto aparece cuando los curas y los obispos adoptan la identidad de la región que representan y con ella asumen los intereses de un sector de la feligresía. En el País Vasco en particular, la iglesia ha apoyado la causa separatista desde los principios, y en Cataluña, por ejemplo, era la iglesia la que enseñaba Catalán bajo la prohibición de Franco. Mientras la iglesia unificaba al país, ahora también demarca las líneas de separación.
La Iglesia de Cataluña, al igual que la Iglesia de las provincias vascongadas, está contaminada de nacionalismo hasta el punto de haber corrompido premisas cristianas de obligado cumplimiento para los creyentes y de inexcusable observancia por el clero. Para estos apócrifos curas, el “No matarás” es venial si se hace por una causa tan justa como su nacionalismo. En esto se parecen a los terroristas islámicos, aunque su fundamentalismo no es religioso sino nacionalista, lo cual lo hace todavía más inexplicable, si cabe.
Estos separatistas, de profesión sacerdotes, son capaces de codearse con asesinos etarras de ideología atea y marxista o aguantar con una beatífica sonrisa el patético anticristianismo de ERC, sin darse cuenta que tanto unos como otros los admitirán en su banda mientras sirvan para sus fines.
Y no satisfechos con usar los púlpitos para predicar el egoísmo separatista, insolidario con el resto de los pueblos de España y que incluye leyes contrarias a la moral católica cuya defensa les atañe, o defender un Estatut que abre la puerta a la eutanasia y a la manipulación genética, pretenden que el resto de la Iglesia española silencie su voz no sea que los católicos se pongan a pensar o perciban la realidad.
Así, se dedican a atacar a la COPE, una de las pocas emisoras que defiende postulados cristianos. El abad de Monserrat –desde siempre nido del nacionalismo catalán más furibundo– Josep María Soler Canals, ha hecho gestiones en el Vaticano «“para ver cómo puede presionar para que la cadena COPE cambie su línea editorial”». Y no sólo quiere silenciar a la COPE, sino que el abad de Monserrat ha afirmado que está a favor de la creación de una «“región eclesiástica catalana”» donde el clero catalanista pueda mangonear a su antojo.
Pero, como era lógico, no ha encontrado apoyo dentro de la Conferencia Episcopal. Para el abad de Montserrat la discordancia entre obispos sobre la Cadena COPE deriva, principalmente, de que no todos los miembros de la Conferencia Episcopal «"tienen el mismo concepto de nación"».
Sin embargo, el susodicho abad, a pesar de renegar de lo español, no ha vacilado en poner la mano para recibir de Caja Madrid una importante colección de arte y de arqueología que pasa a enriquecer la sección de Oriente Bíblico del Museo de Montserrat. Este inestimable tesoro cultural que pertenecía a la desaparecida Banca Jover consta de 103 piezas de arqueología, 48 de las cuales se insertan en las culturas del contorno Bíblico. De estas obras cabe destacar algunas figuras de cerámica mesopotámicas, que se pueden datar hacia el 2000 a. C., y cuatro figuras de bronce hititas.
Nada ejemplar el núcleo eclesiástico más representativo del nacionalismo catalán. Quieren una Iglesia catalana pero los cimientos están corrompidos. Los dos últimos abades del monasterio de Montserrat, Cassià Just y Sebastià Bardolet, fueron obligados a dimitir por los superiores de la orden en Roma por la controversia surgida tras supuestos comportamientos autoritarios y conductas homosexuales por parte de una minoría de monjes, según publicó el diario El País y puede leerse en esta página gay.
http://www.gaybarcelona.net/actualidad/112000/montserrat.htm
Efectivamente, el monasterio se ha visto salpicado por las denuncias sobre la existencia de un lobby rosa en la comunidad monástica que, en los últimos tiempos, habría accedido a puestos de poder.
Todo el mundo admite que en Montserrat hay monjes homosexuales. «Desde hace muchos años, Montserrat decidió aplicar el criterio evangélico de admitir a cualquier novicio que tenga vocación, independientemente de sus inclinaciones sexuales, siempre que se comprometa, al igual que los heterosexuales, a vivir la castidad propia de su estado», explica un fraile de Barcelona. Ya el abad Escarré le decía a un novicio: «Hijo, ¿qué más te da combatir tus instintos por un lado que por otro?» (por delante o por detrás).
http://www.el-mundo.es/cronica/2001/CR278/CR278-04.html
Si la Iglesia autorizase el matrimonio de los clérigos y dado que el matrimonio entre homosexuales es legal, Monserrat dejaría de salir en los telediarios por cuestiones políticas y al abad lo veríamos en “Salsa Rosa”. Sería lo mejor para España.
Pero en Cataluña hay otra Iglesia, la de siempre, la que merece nuestro respeto y la que amamos, la que no se destaca por sus actitudes políticas sino cristianas y defiende, junto con la COPE, a la familia y la enseñanza de la religión en las escuelas y es contraria al aborto y a todo lo que está imponiendo la izquierda radical que nos gobierna.
En esa otra y auténtica Iglesia confiamos. Los demás, los separatistas metidos a curas, que sigan disfrutando de las ventajas de recibir por un lado o por el otro, de recibir prebendas tanto de Barcelona como de Madrid.