01 marzo 2010
ZP y el cura de Mendavia
El párroco del pueblo navarro de Mendavia, Domingo Urtasun, tras recibir una carta de ETA, ha publicado una carta abierta en el Diario de Navarra..- Urtasun sabe lo que es luchar con los sectarismos del poder gracias a su experiencia en Nicaragua durante 23 años (1974-97), periodo en el que vivió el ascenso y caída del sandinismo:
He recibido una carta sin remite y sin firma, a la que contesto públicamente, con la esperanza de que sea leída por los interesados.
Mi primera impresión fue de sorpresa. Pero después de releerla detenidamente no dudé en pensar que lo que tenía en mis manos era un panfleto del más rancio corte estalinista. Esto se desprende ya desde el primer párrafo que dice literalmente: «Nos dirigimos a Vd. porque venimos constatando su inhibición y escaso interés en la defensa de la Iglesia Vasca». ¿Desde cuándo existe la «iglesia vasca»? ¿Quién es el fundador de tal iglesia? ¿Quiénes son sus autoridades? ¿En qué lugar de Euskal Herría residen?... No alarguemos inútilmente este interrogatorio. Yo he sido bautizado en la Iglesia Católica, que tiene su origen y fundamento en Jesucristo. Mi Obispo y el Papa son mis autoridades. Y todos mis esfuerzos están orientados en esa dirección. Por otra parte, ¿quiénes son Uds. para pretender «obligarme a trabajar más activamente por una Euskal Herría libre, soberana e independiente», como afirman en su carta? Desde mi infancia aprendí que mi patria es España. En ella he crecido, en ella vivo y en ella espero morir, si Dios quiere. No estoy, en absoluto, por la labor de establecer nuevas fronteras, sino más bien por derribar muros y mugas que nos separen.
Tienen la desfachatez de señalarme algunas tareas, como por ejemplo: «poner nombres vascos a los que se bautizan». Señores míos, ¿de verdad que hablan en serio? ¿Estarían dispuestos a aceptar que el cura pusiera los nombres a sus hijos? No me lo puedo creer. Para darle consistencia a tan absurda proposición citan «el comportamiento ejemplar de muchos curas patriotas». Yo pensaba que este lenguaje obsoleto y arcaico, y este afán por promover «iglesias patriotas», sólo se daba en la extinta Unión Soviética y en los países de su órbita comunista, sin excluir la China de Mao Tse-Tung. Esto me suena a manual de Marxismo-Leninismo para principiantes.
Finalmente, su atrevimiento llega hasta «pedirme, también, el voto para H.B. ¡Qué más da cómo nos llamen los fascistas…!» Pues va a ser que no. Sería lo último que se me pudiera ocurrir.
¿Cómo voy a votar por quienes no son capaces de condenar la violencia que asesina indiscriminadamente, y no sienten ningún escrúpulo al profanar los humildes monumentos que el pueblo erige en recuerdo de las víctimas del terrorismo, como acaba de suceder en Berriozar con el monumento a Francisco Casanova, a quien me correspondió enterrar? Es como volver a asesinarlo de nuevo. De verdad que no me resulta ilusionante colaborar con sujetos de semejante catadura moral.
Fdo: Domingo Urtasun, párroco de Mendavia
Resulta al menos reconfortante comprobar que no todos los curas son como Setién y que todavía hay quien no ha perdido de vista cuales son los valores de la Iglesia que han de primar sobre otros más mundanos y egoístas.
Un curilla de a pié, no de los de Mercedes y palacio arzobispal, está dando una lección magistral de valentía, integridad y ética a todos aquellos “curas patriotas” que nunca oficiaron un funeral por las víctimas del terrorismo etarra ni condenaron los asesinatos de inocentes. Claro que quizás haya que tener en cuenta que este cura es navarro, no vasco y “asetienado”.
Este cura ejemplar ha puesto las cosas en su sitio a muchos otros aunque ello le sitúe en el punto de mira de los violentos, en el mejor de los casos, y de los terroristas marxistas que asesinan para conseguir una nación donde implantar su dictadura y disfrutar de las ventajas del poder.
Su posición sobre la pretendida “Iglesia vasca” no puede ser más clara y certera y en ese sentido se echa de menos un mayor rigor de Roma con esos curas separatistas y en muchos casos pro-etarras.
Parece increíble que tales sacerdotes sigan predicando el mensaje de Cristo mientras sus actos lo contradicen sin que ninguno tenga reparos en anteponer su aldeano fanatismo a la labor cristiana que debían desarrollar ejemplarmente.
A falta de Roma, ha debido ser un cura de pueblo el que recuerde a todos y especialmente a los vascos lo que es la valentía y la integridad, tan escasas en algunos lares.
Si yo fuera un cura vasco se me caería la cara de vergüenza.
He recibido una carta sin remite y sin firma, a la que contesto públicamente, con la esperanza de que sea leída por los interesados.
Mi primera impresión fue de sorpresa. Pero después de releerla detenidamente no dudé en pensar que lo que tenía en mis manos era un panfleto del más rancio corte estalinista. Esto se desprende ya desde el primer párrafo que dice literalmente: «Nos dirigimos a Vd. porque venimos constatando su inhibición y escaso interés en la defensa de la Iglesia Vasca». ¿Desde cuándo existe la «iglesia vasca»? ¿Quién es el fundador de tal iglesia? ¿Quiénes son sus autoridades? ¿En qué lugar de Euskal Herría residen?... No alarguemos inútilmente este interrogatorio. Yo he sido bautizado en la Iglesia Católica, que tiene su origen y fundamento en Jesucristo. Mi Obispo y el Papa son mis autoridades. Y todos mis esfuerzos están orientados en esa dirección. Por otra parte, ¿quiénes son Uds. para pretender «obligarme a trabajar más activamente por una Euskal Herría libre, soberana e independiente», como afirman en su carta? Desde mi infancia aprendí que mi patria es España. En ella he crecido, en ella vivo y en ella espero morir, si Dios quiere. No estoy, en absoluto, por la labor de establecer nuevas fronteras, sino más bien por derribar muros y mugas que nos separen.
Tienen la desfachatez de señalarme algunas tareas, como por ejemplo: «poner nombres vascos a los que se bautizan». Señores míos, ¿de verdad que hablan en serio? ¿Estarían dispuestos a aceptar que el cura pusiera los nombres a sus hijos? No me lo puedo creer. Para darle consistencia a tan absurda proposición citan «el comportamiento ejemplar de muchos curas patriotas». Yo pensaba que este lenguaje obsoleto y arcaico, y este afán por promover «iglesias patriotas», sólo se daba en la extinta Unión Soviética y en los países de su órbita comunista, sin excluir la China de Mao Tse-Tung. Esto me suena a manual de Marxismo-Leninismo para principiantes.
Finalmente, su atrevimiento llega hasta «pedirme, también, el voto para H.B. ¡Qué más da cómo nos llamen los fascistas…!» Pues va a ser que no. Sería lo último que se me pudiera ocurrir.
¿Cómo voy a votar por quienes no son capaces de condenar la violencia que asesina indiscriminadamente, y no sienten ningún escrúpulo al profanar los humildes monumentos que el pueblo erige en recuerdo de las víctimas del terrorismo, como acaba de suceder en Berriozar con el monumento a Francisco Casanova, a quien me correspondió enterrar? Es como volver a asesinarlo de nuevo. De verdad que no me resulta ilusionante colaborar con sujetos de semejante catadura moral.
Fdo: Domingo Urtasun, párroco de Mendavia
Resulta al menos reconfortante comprobar que no todos los curas son como Setién y que todavía hay quien no ha perdido de vista cuales son los valores de la Iglesia que han de primar sobre otros más mundanos y egoístas.
Un curilla de a pié, no de los de Mercedes y palacio arzobispal, está dando una lección magistral de valentía, integridad y ética a todos aquellos “curas patriotas” que nunca oficiaron un funeral por las víctimas del terrorismo etarra ni condenaron los asesinatos de inocentes. Claro que quizás haya que tener en cuenta que este cura es navarro, no vasco y “asetienado”.
Este cura ejemplar ha puesto las cosas en su sitio a muchos otros aunque ello le sitúe en el punto de mira de los violentos, en el mejor de los casos, y de los terroristas marxistas que asesinan para conseguir una nación donde implantar su dictadura y disfrutar de las ventajas del poder.
Su posición sobre la pretendida “Iglesia vasca” no puede ser más clara y certera y en ese sentido se echa de menos un mayor rigor de Roma con esos curas separatistas y en muchos casos pro-etarras.
Parece increíble que tales sacerdotes sigan predicando el mensaje de Cristo mientras sus actos lo contradicen sin que ninguno tenga reparos en anteponer su aldeano fanatismo a la labor cristiana que debían desarrollar ejemplarmente.
A falta de Roma, ha debido ser un cura de pueblo el que recuerde a todos y especialmente a los vascos lo que es la valentía y la integridad, tan escasas en algunos lares.
Si yo fuera un cura vasco se me caería la cara de vergüenza.