01 marzo 2010

ZP y su abortiva ley


Samuel, 21 semanas. Quiere vivir.


Es una realidad estadística. Los embarazos no deseados aumentan año a año a pesar del preservativo y las campañas del “Pónselo, póntelo”, la píldora del día después y otras medidas que han agotado todas las alternativas para normalizar la situación, a excepción de una educación sexual adecuada. Las iniciativas del Gobierno para prevenir los embarazos no deseados entre las adolescentes constituyen una permanente incitación a la práctica de relaciones sexuales desde edades tempranas.

Pero es que la banalización del sexo no podía tener otras consecuencias. A nuestra juventud se le ha transmitido desde las instituciones que practicar sexo es normal y admitido con naturalidad por la sociedad, que tienen derecho a conocer y disfrutar de su cuerpo y que no es censurable y carece de importancia. Sexo libre desde la pubertad, aún siendo menores de edad y así se da por sentado al legislar abortos “secretos” para las menores.

La moral socialista respecto al sexo se reduce a la apología de la promiscuidad y a plantear el aborto como si se tratara de una operación estética –esto me sobra y esto que me quito– o si ello fuera prueba de madurez personal –no me puedo permitir nuevas obligaciones y las suprimo– sin faltar argumentos como “no estoy preparada”. Y todo ello dentro de las más absoluta e intrascendente normalidad.

De esta forma, el sexo se ha puesto a la altura del botellón, algo normal, banal y generalizado que, además, sirve para hacer amigos. Lo malo es que el sexo tiene consecuencias no deseadas que, desde las mismas instituciones que quitaban importancia a su práctica, se intentan ahora paliar con múltiples medidas amparadas por nuevas disposiciones legales a medida. La píldora del día después, a pesar de todas sus contraindicaciones, el aborto con toda clase de facilidades, incluyendo el que los padres de menores no se enteren para evitar reproches o correctivos, no son sino medidas que pretenden disimular el fracaso de la inmoral “moral” socialista que han promovido.

Bajo la falsa premisa de que la mujer es dueña de su cuerpo −falsa porque también se erige en dueña de la vida de su hijo, de la que no puede disponer a su conveniencia o capricho− y con medidas que fomentan la promiscuidad sexual, el progresismo viene manteniendo una línea de amoralidad que ya está pasando factura a nuestra juventud.

Primero pervirtieron y degeneraron sexual y moralmente a la juventud con promociones y recomendaciones para niños y adolescentes acompañadas de guías y manuales sexuales fuera de lugar y reprobables por mucho que se disfracen de derechos y libertades.

Más tarde, cuando, como consecuencia de ello, los embarazos no deseados se dispararon, impusieron el aborto libre sin control paterno como paliativo de lo anterior.

Y finalmente, cuando los abortos también se disparan, dictan medidas para contenerlos facilitando libremente la píldora del día después, también sin control paterno.

Nuestros “gobernantes” se mantienen en la línea habitual. Manipulan, mienten y engañan para imponer una falsa “demanda mayoritaria de la sociedad” que no sólo nadie ha pedido sino que no está entre las prioridades ciudadanas.

En este tema, como en otros anteriores, pusieron en marcha una comisión parlamentaria que lo debatió a puerta cerrada y de espaldas a la ciudadanía y, como era de esperar, escuchando básicamente –a propuesta del PSOE– a los representantes de las clínicas abortistas, es decir, a los que hacen un negocio del asesinato de seres humanos. Una vez más, han puesto al socialismo más cerca de los asesinos que de las víctimas. Hay que añadir que las asociaciones antiabortistas fueron recibidas aunque, en su opinión, la decisión ya estaba tomada y se trataba de representar haber escuchado a todas las partes.

Más tarde, la ministra Bibiana Aído montó un simulacro de Comité de Expertos en el que no se incluía a un solo defensor de la vida y donde, por el contrario, la mayoría de los que lo formaban eran reconocidos abortistas. Todo ello para dar apariencia científica y responsable a su decisión.

Como no podía ser de otra forma, ante tamaña manipulación y desprecio a la opinión ciudadana, el contenido final de la ley ignoraba los informes contrarios del Consejo Fiscal y los consejos de los autores del Manifiesto de Madrid, informe estrictamente científico en el que se dejaba claro, en contra de las tesis de los expertos de Aído, que desde el mismo momento de la concepción ya existía vida humana.

Por otro lado, hay que recordar la vigencia de la sentencia emitida por el Tribunal Supremo en 1985 al respecto de la consideración del no nacido, donde se dejaba claro que "en ningún caso la vida del no nacido puede subordinarse a la decisión autónoma de la mujer". Esta sentencia no se toma en consideración por ninguna de las partes a pesar de que ahora hablamos de menores de edad. De niñas menores de edad aunque el “Gobierno” insista en llamarlas mujeres.

Zapatero ha encontrado en el tema del aborto una ocasión de dar satisfacción no sólo a su convencimiento personal sino al movimiento feminista y a la izquierda parlamentaria –ERC, IU, ICV, BNG– cuyos apoyos le son fundamentales. Puro oportunismo político, porque no olvidemos que el PSOE no incluía la promesa de una reforma de la Ley del Aborto en ninguno de sus programas electorales para las legislaturas del 2004 y 2008.

Este progresismo –neomarxismo barato– ha conseguido que en España se castigue más duramente a quienes vulneran la ley antitabaco o las leyes de inmersión lingüística de sus socios separatistas que a quienes cometen un aborto en fraude de ley al amparo de un pretendido riesgo para la salud mental de la madre.

Lo curioso es que esos mismos políticos que legislan para matar seres inocentes están en contra de la pena de muerte. Esa misma incongruencia, inherente al socialismo, prohíbe comprar tabaco o utilizar su imagen sin permiso de sus padres, a esa menor que sin embargo puede decidir libremente si mata a su hijo.

Sí, la mujer es dueña de su cuerpo, pero nunca podrá ser dueña de la vida de su hijo. Disponer de ella –de una vida ajena e independiente– es un asesinato y quienes dan giros legales para permitirlo son sus indecentes cómplices e insisto en lo de asesinato desde el momento en que se atenta contra un ser indefenso que tiene vida propia, distinta de la de su madre.

Aunque existan distintas razones para el aborto, no tienen nada que ver con la permisividad sexual que multiplica el número de casos y los extiende entre las adolescentes. Todo ello fruto de la perniciosa visión que tiene ZP de lo que debe ser una sociedad moderna y de su obsesión por ser pionero en algo.

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