01 marzo 2010

ZP, Obama y Córdoba


¡Por fin, una foto! Los máximos líderes mundiales juntos…



Barack Hussein Obama, en su discurso en la Universidad de El Cairo, del 4 junio 09, citó a Al-Andalus como modelo del Islam tolerante que forma parte inseparable de la cultura occidental. “El Islam tiene una orgullosa tradición de tolerancia. Lo vemos en la historia de Andalucía y Córdoba durante la Inquisición”, dijo el presidente norteamericano en un discurso donde no faltaron referencias al "sagrado Corán". Hay que recordar que Obama juró su investidura ante el Corán y no delante de la Biblia

Sobre tan indocumentada afirmación −además de que entre el califato de Córdoba y la Inquisición mediaron más de 500 años− dice el editorial de Libertad Digital del 5 de junio 09:

«Recurrir al mito de Al-Andalus no es cosa de Obama, ni siquiera de los palmeros que Zapatero tiene jaleando su alianza de civilizaciones. Se trata de una treta dialéctica muy común entre los progresistas de todo el mundo. Partiendo del aborrecimiento incondicional hacia Occidente inventan una edad de oro de la tolerancia y la cultura que viene a corresponderse con el califato que, durante un breve periodo de tiempo en la Alta Edad Media, rigió los destinos de buena parte de la península ibérica desde Córdoba. No hay evidencia histórica alguna que corrobore ese mundo perdido donde musulmanes, cristianos y judíos conviviesen en perfecta armonía y respeto mutuo. Muy al contrario. El califato de Córdoba y, posteriormente, las taifas regionales que le sucedieron, fueron regímenes teocráticos donde el islam llevó la voz cantante y la disidencia religiosa nunca fue bienvenida.

Así, las comunidades cristianas y hebreas que quedaron bajo dominio musulmán eran consideradas dhimmis o sometidas y, como consecuencia de ello, estaban sujetas a una tributación especial y condenadas a un vasallaje de segunda. Eso siempre y cuando no se desatase una persecución religiosa dentro del califato, como los pogromos que se produjeron en los siglos XI y XII en casi todas las ciudades andalusíes. La convivencia de las célebres "tres culturas" dentro de Al-Andalus fue siempre complicada y estuvo marcada durante siglos por continuas fricciones de tipo religioso. Los no musulmanes padecían una legislación propia y generalmente humillante. No es exagerado decir que durante la ocupación islámica de España y Portugal, existió un apartheid consagrado por la Ley entre musulmanes de un lado y cristianos y judíos del otro. En resumen, ni Córdoba ni Al-Andalus fueron ese paraíso de concordia infinita entre musulmanes, judíos y cristianos que cierta historiografía desinformada ha perpetuado. Este, evidentemente, no es el mundo feliz y tolerante al que se refiere Obama.»

Nada más cierto. La identidad de Al-Andalus como un territorio donde convivieron de forma equilibrada y armoniosa tres culturas es un mito. En todo caso se trataría de tolerancia religiosa interesada y egoísta.

¿Tolerancia religiosa? ¿Puede hablarse de ello cuando es bien patente y conocida la intolerancia religiosa contenida en el Islam, donde no se permite ni el proselitismo de otras religiones ni la apostasía −penada con la muerte− y que mantiene a los musulmanes ligados a dogmas que declaran la inferioridad absoluta de los infieles (los no-musulmanes) así como el deber para todo musulmán, de actuar, por no importa qué medios, en pro de la islamización del mundo?

Entonces, ¿cómo podía existir tolerancia religiosa en Al-Andalus?

Por una simple cuestión práctica. Al principio, los cristianos gozaron de cierta libertad religiosa, no por la tolerancia de los gobernantes invasores, sino por razones puramente económicas. El Islam no permitía cobrar impuestos a sus seguidores, por lo tanto el infiel era quien debía pagarlos. Tal como quedó escrito: “Debemos vivir a costa de nuestros cristianos, y nuestros descendientes a costa de los suyos, mientras el Islam exista”. Así que todos no podían ser musulmanes porque ¿quién trabajaría para ellos?

Esta fue la única razón por la que se toleró a otras culturas y religiones y convivieron musulmanes, cristianos y judíos. Pero no sin dificultades y persecuciones. Distintos barrios, distintas legislaciones y por encima de todo ello la dominación islámica sobre los demás.

Abderramán II introdujo las costumbres y lujos de los Califas, y construyó mezquitas, adornó palacios y convirtió su corte de Córdoba en digna rival de Bagdad, pero aunque la música, la poesía y otras artes eran acogidas en la corte, no por eso los dirigentes se habían transformado en un grupo de intelectuales moderados y civilizados. Seguían siendo tan salvajes como cuando llegaron. Las decapitaciones y crucifixiones sucedían de continuo. Las pirámides de cabezas se levantaban con frecuencia tras cada batalla para dominar a los cristianos. Almanzor, por ejemplo, tras su victoria sobre los cristianos en León, tomó 30.000 prisioneros y ordenó levantar una montaña con sus cadáveres, desde la cumbre de la cual el" muezzin" llamó a la oración de la tarde como si se tratase de un minarete. Estas no eran escenas aisladas. Y es algo que conviene recordar cuando algunos historiadores −que lamentablemente escriben libros de texto− nos presentan un cuadro idílico de gobernantes y gobernados preocupados por la cultura y las artes. Durante ocho siglos de dominación musulmana no hubo un periodo superior a dos años sin guerras y persecuciones.

La producción artística y cultural se desarrolló extraordinariamente, pero estas contribuciones se debieron en gran parte a los nativos hispanos que poseían la civilización más avanzada cuando los bárbaros del norte de África cruzaron el Estrecho. Así que nosotros no se lo debemos todo a los musulmanes ni solamente tuvimos esplendor durante su dominación. En todos los tiempos, antes y después de ellos, tuvimos cultura, supimos prosperar y conservamos unas creencias y personalidad propias. El andaluz, como el resto de España, es un pueblo latino y su cultura, una cultura latina, a pesar de poseer diversos elementos árabes muy posteriores.

Pero esta es otra cuestión. El gran cuento histórico y la mentira de la superioridad cultural musulmana y su desarrollo en Al-Andalus es objeto de comentario aparte (Ver "ZP y Al-Andalus-II).

Ya es hora de reivindicar nuestros auténticos orígenes y quienes somos, de que dejemos de lado a los pro-musulmanes y sus "Mil y una noches" y sepamos la verdadera historia de la dominación musulmana, entre otros muchos temas igualmente distorsionados y alejados de la realidad que cada día se va conociendo mejor.

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